Si a tu puerta llamase alguien algún día diciendo que es un mensajero mío, ni aun siendo yo te creas que lo envío. Mas si, naturalmente, y sin oír llamar a nadie, vas a la puerta a abrir, y ves a alguien como a la espera de osar llamar, medita un poco. Ese era mi emisario y yo mismo y lo que acierta mi orgullo a soportar. Abre, pues, a quien no llame a tu puerta. Fernando Pessoa.
domingo, 10 de enero de 2010
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