En general, es indudable que la risa cumple una función útil. Todos nuestros estudios han tendido a demostrarlo. Pero de ahí no se sigue que la risa acierte siempre, ni tampoco que se inspire en un pensamiento de benevolencia ni de equidad. Para dar siempre en lo justo sería menester que proviniese de un acto de reflexión. Ahora bien; la risa es efecto de un mecanismo montado en nosotros por una antiquísima costumbre de la vida social. Y este mecanismo funciona de por sí, no tiene tiempo de pararse a ver dónde da. La risa castiga ciertas faltas, casi del mismo modo que la enfermedad castiga ciertos excesos, hiriendo a inocentes y respetando a culpables, mirando siempre a un resultado general, en la imposibilidad de hacer a cada caso el honor de examinarlo separadamente. Henri Bergson.
domingo, 10 de enero de 2010
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