domingo, 10 de enero de 2010

Hay vidas que duran…

Hay vidas que duran un instante, su nacimiento. Hay vidas que duran dos instantes, su nacimiento y su muerte. Hay vidas que duran tres instantes, su nacimiento, su muerte y una flor. Roberto Juarroz.

Ando buscando…

Ando buscando un hombre que se parezca a mí para darle mi nombre, mi mujer y mi hijo, mis libros y mis deudas. Ando buscando a quien regalarle mi alma, mi destino, mi muerte. Con qué gusto lo haría, con qué ternura me dejaría en sus manos! Jaime Sabines.

El Club de la Unión…

El Club de la Unión y el Hotel Bidart, separados y unidos por lo ancho de la calle rinden a Nueva York una especie de homenaje, una alegoría a la democracia. Como si justo el día en que al Club se le hubieran echado a perder todos sus automóviles y tuviera que tomar una micro, se le sentara al lado ese mendigo insufrible, y el Club se viera forzado a hacer en esa compañía un viaje eterno. Enrique Lihn.

Vista desde el aire

Vista desde el aire, Santiago parece una cantera enorme que produce estupor en los viajeros que llegan de ese modo por primera vez. Cuándo se comprenderá que hay que preocuparse también del aspecto que las ciudades presentan desde el aire? Luis Oyarzún.

Y nosotros;

Y nosotros; espectadores siempre, por donde quiera vueltos hacia todo, pero jamás a la lejanía. Las cosas nos desbordan. Las ordenamos. Se disgregan. Las ordenamos nuevamente y nosotros nos disgregamos. Quién nos colocó así, de espaldas, de modo que, hagamos lo que hagamos, siempre estamos en la actitud de aquel que se marcha? Como aquel que, sobre la postrera colina que le muestra todo el valle, por última vez se vuelve, se detiene, se demora; así vivimos nosotros, siempre en despedida. Rainer María Rilke.

Las épocas de la historia…

Las épocas de la historia del espíritu en que le fue dado a la meditación antropológica moverse por las honduras de su experiencia, fueron tiempos en que le sobrecogió al hombre el sentimiento de una soledad rigurosa; y fue en los más solitarios donde el pensamiento se hizo fecundo. En el hielo de la soledad es donde el hombre, implacablemente, se siente como problema, se hace cuestión de sí mismo, y como la cuestión se dirige y hace entrar en juego a lo más recóndito de sí, el hombre llega a cobrar experiencia de sí mismo. Martín Buber.

Hay que salvar al rico…

Hay que salvar al rico, hay que salvarle de la dictadura de su riqueza, porque debajo de su riqueza hay un hombre que tiene que entrar en el reino de los cielos, en el reino de los héroes. Pero también hay que salvar al pobre porque debajo de la tiranía de su pobreza hay otro hombre que ha nacido para héroe también. Hay que salvar al rico y al pobre. Hay que matar al rico y al pobre, para que nazca el Hombre. El Hombre es lo que importa. El Hombre ahí, desnudo bajo la noche y frente al misterio, con su tragedia a cuestas, con su verdadera tragedia, con su única tragedia, la que surge, la que se alza cuando preguntamos, cuando gritamos en el viento quién soy yo? quién es el hombre? Y el viento no responde. Y no responde nadie. León Felipe.