domingo, 10 de enero de 2010

La pipa es una señora…

La pipa es una señora jorobada, irónica y silenciosa. Como verdadera inglesa, desdeña las charlatanerías y los ademanes. Cuando hablamos demasiado, ella molesta, se apaga. La pipa es hermana de la habitación tranquila, de la noche de lluvia, del camino solitario, del conflicto económico. La pipa debe fumarse calmadamente, pensando en que se está fumando pipa. Cuando la encendemos con el espíritu frívolo entre una charla atolondrada de amigos, notamos de pronto que se ha terminado el tabaco y que no lo hemos fumado nosotros. Es que efectivamente nosotros no hemos fumado ese tabaco. Lo ha fumado la pipa. // Valparaíso es un barco. Siempre que recorremos sus barrios estrechos y agitados nos parece que estamos a bordo. Sus calles son los pasillos del vapor, y sus miles de casitas escalonadas en los cerros son los camarotes de cubierta. De noche cuando suena una bocina ronca, larga y triste, a los habitantes de Valparaíso les da miedo de que la ciudad zarpe y amanezcan todos en alta mar. Porque es indudable, un día Valparaíso va a zarpar. // No todos los hombres son autores de una pura, una sentidísima carilla en blanco. Es necesario haber escrito durante años con desenfreno, haber amontonado interminables manuscritos, haber sobrellevado la enfermiza pasión de la palabra escrita, para poder firmar con sinceridad una página en blanco. Yo tengo ya cuatro o cinco. Son tan íntimas, tan personales, que jamás me resolveré a publicarlas. Daniel de la Vega.

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