domingo, 10 de enero de 2010

Para decirlo de una vez

Para decirlo de una vez, si entre los dieciséis y los diecinueve años se ha escrito Crepusculario y El hondero entusiasta, si a los veinte se es el autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, y a los veintiuno, de Tentativa del hombre infinito, es quizá imposible ir más allá. Pero si a esa edad, y habiendo escrito esos libros, se puede aún escribir otro, ese libro será, en algún sentido, el último. Con Residencia en la tierra, Neruda llega hacia abajo, al único lugar donde podía llegar como poeta: al borde mismo del silencio, al infierno del que no pudo regresar Rimbaud. Abelardo Castillo.

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