- Conocida es la respuesta que los feroces indios de la región del Sinú, en la actual República de Colombia, dan al ardidoso intérprete que en nombre del conquistador les traduce el “requerimiento (del Rey de Castilla)”. Estaban de acuerdo los indios en que “no había sino un Dios”, pero “en lo que decía que el Papa era el señor del Universo y que él había fecho merced de aquella tierra al Rey de Castilla, dixeron que el Papa debiera estar borracho cuando lo hizo, pues daba lo que no era suyo. Y que el Rey que pedía y tomaba tal merced debía ser algún loco, pues pedía lo que era de otros. Y que fuese allá a tomarla, que ellos le ponían la cabeza en un palo como tenían otras que me mostraron de enemigos suyos puestas encima de sendos palos”. Mariano Picón Salas.
- La polémica entre Andrés Bello y Domingo F. Sarmiento no significa otra cosa que una lucha entre la mesura y lo desmesurado, entre lo revolucionario y lo conservador, entre la imaginación y la razón. Al parecer triunfó Bello y triunfó en toda la línea, tanto en novela como en poesía. El resultado es un siglo en donde la poesía brilla por su ausencia y en donde los prosistas, desde Jotabeche hasta los primeros Chascarrillos militares de Daniel Riquelme, envolviendo en el período a casi todas las novelas de Blest Gana, presentan una prosa acartonada, sin gracia, sin originalidad. La mesura impedía ser gracioso y original. Pero, en tanto Bello ha casi desaparecido en Chile —en una de las primeras Escuelas de Verano de
- La plaga de la literatura inglesa es el esteticismo, como de la francesa el academicismo, de la española el barroquismo y de la alemana la pedantería. Luis Cernuda.
- Aquel abrigo de pieles se hizo famoso. El mismo Proust lo comenta en una carta a la princesa Bibesco: “León Daudet escribe de cuando en cuando que yo soy el primer escritor de Francia, lo que me causa cierto placer, y agrega que después viene Pierre Benoit, lo que me destruye ese placer. Uno de sus más notables compatriotas me colmó de orgullo diciendo que la impresión más grande que él y su esposa se llevaban de París era M. Proust. Y yo estaba muy contento, aunque demasiado pronto, cuando añadió: “Es el primer hombre que hayamos visto comer con sobretodo de pieles”. Alone.
- Sólo hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. De lo primero no estoy muy seguro. Albert Einstein.
- La tontería humana abunda tanto que buena parte de ella va a dar a los inteligentes, quienes la emplean con más soltura y confianza de lo que lo hace un tonto. Augusto Monterroso.
- Perfecciona al necio el haber estudiado su poco de filosofía y teología, y el tener alguna noticia de lenguas, que con eso es necio en muchas ciencias y lenguas, porque un necio grande no cabe en sólo la lengua materna. Sor Juana Inés de
- Yo conocía la pureza de San Martín en el manejo de los dineros que corrían por su mano, pero ignoraba muchos de sus rasgos de generoso desprendimiento en obsequio del mismo país por cuya libertad lidiaba. Ignoraba que los diez mil pesos, suma enorme entonces, obsequiados al héroe por el cabildo de Santiago para costear su viaje a Buenos Aires, después de la batalla de Chacabuco, los había éste cedido para que con ellos se echasen los primeros cimientos de nuestra Biblioteca Nacional. Vicente Pérez Rosales.
- Neruda nunca habló más que de sí mismo, e incluso siguió haciéndolo cuando imaginó renegar de toda subjetividad y se propuso erigir el catastro general del mundo: sólo que el yo de Neruda era tan desmesurado que nos abarcaba a todos. Abelardo Castillo.
- En realidad Neruda escribió mal. Neruda escribió muy mal. La poesía de Neruda fue una poesía completamente dirigida y espantosamente vilipendiada. Cuando verdaderamente Neruda escribió, no lo supo nadie. El Neruda que todos nosotros leemos no tiene nada que ver con el tremendo y maravilloso hombre que fue Neruda. Stella Díaz Varín.
- Hay conocimientos que no se enseñan. Es indispensable un curso completo para aprender a callar, un instituto para enseñar a oír, una clínica para extirpar la costumbre de hablar de sí mismo. Daniel de
- ¡Ah, los impuestos! Sacar al ciudadano una parte de su haber no es tarea grata, es preciso andarse con cuidado y sutilezas. Dios, con ser Dios, adormeció a Adán antes de sacarle esa contribución de costilla para darle, en cambio, una mujer. Nunca hubo un impuesto mejor administrado, como que se convirtió en su compañera. Esta primera contribución, por la forma en que fue distribuida y devuelta en fruto, ha de servir de norma a los funcionarios encargados del penoso deber de sacarnos billetes tan dolorosos como costillas. Joaquín Edwards Bello.
- Nos hemos acostumbrado a decir que las masas humanas no están preparadas, pero el progreso es lento porque los pocos no son en realidad más sabios o mejores que la multitud. No es tan importante que el gran número esté al nivel de uno, como que exista un mérito superior en alguna parte, pues con esa levadura se compondrá toda la masa. Hay infinidad de gentes que sustentan una opinión contraria a la esclavitud y a la guerra contra México, pero que en puridad no hacen nada para concluir con ambas; gentes que se consideran herederos de Washington y Franklin, siguen arrellanados con las manos en los bolsillos, diciendo que no saben qué hacer, y nada hacen; gentes que llegan a preferir la cuestión de la libertad de comercio a la libertad pura y simple. Henry David Thoreau.
- Una de las cosas importantes que se aprenden en la larga práctica de escritor es que las palabras más familiares son las que más duran, por lo mismo que han estado en uso por largo tiempo, y que esos vocablos enredados, hinchados y pretenciosos que tanto atraen a los gacetilleros, burócratas y políticos, son los que menos hablan a la imaginación. El escritor de verdad ha aprendido, al menos, el arte de mentir con gracia. Ernesto Montenegro.
- El 15 de abril de cada año, un grupo de estudiantes peruanos residentes en París, atraviesan la puerta de Orleáns y van a inclinarse unos momentos en señal de homenaje, ante una tumba austera del cementerio vecino de Montrouge. Allí yace, desde 1938, César Vallejo, hombre insobornable y ejemplar, y una de las voces más altas y profundas de la poesía moderna. Rara vez una vida y una obra se corresponden y prolongan de manera tan rigurosa y fiel como en el caso de Vallejo: una misma sustancia recorre, anima y tiene en pie a esos dos vasos comunicantes. La biografía de Vallejo se resume en dos palabras: injusticia y dolor. Su obra es un testimonio de patético de esta experiencia: su poesía muestra con palabra desnuda y trágica los abscesos sociales y los males de su tiempo y es, a la vez, un canto de solidaridad humana, un mensaje de adhesión a todos los que sienten como Vallejo, “la cólera del pobre”. Mario Vargas Llosa.
- Supe de boca de un ornitólogo francés que el aleteo invisible de las minúsculas alas del colibrí es un rotar elíptico, un giro que en el aire dibuja un ocho, con las ondulaciones de una bailaora de flamenco, digo, de sus muñecas en blando arabesco. Merced a esa flexibilidad de caucho vivo, gracias a esos huesecillos articulados en todas direcciones, la breve ala puede impulsarlo y suspenderlo, detenerlo o clavarlo como un emblema en el aire. Ningún ave del planeta logra tamaña proeza, que seguramente celebran los ángeles y demás criaturas celestiales, grandes expertas en vuelo… No hay colibríes en Europa, así como carecemos nosotros del ruiseñor. De haberlos, san Francisco hubiese anidado colibríes en la capucha de su sayal, y Moctezuma hubiese atesorado ruiseñores en su aviario de Tenochtitlán. Gabriela Mistral.
- A los setenta años de edad, el profesor de filosofía Sidney Hook dio su última clase en
- Hay palabras que tienen sombra de árbol. Otras que tienen atmósfera de astros. Hay vocablos que tienen fuego de rayos y que incendian donde caen. Otros que se congelan en la lengua y se rompen al salir como esos cristales alados y fatídicos. Hay palabras con imanes que atraen los tesoros del abismo. Otras que se descargan como vagones sobre el alma. Altazor desconfía de las palabras, desconfía del ardid ceremonioso y de la poesía. Trampas. Trampas de luz y cascadas lujosas. Trampas de perla y de lámpara acuática. Anda como los ciegos con sus ojos de piedra presintiendo el abismo a cada paso. Vicente Huidobro.
- Al hablar de la poesía hispanoamericana contemporánea no puede dejar de nombrarse a Vicente Huidobro, talento poético de tercera clase, pero escritor que, al propio tiempo, ha logrado amplia notoriedad por sus manifiestos literarios. Este chileno vivió muchos años en París, y habla y escribe el francés tan bien como su lengua natal; es, totalmente un vástago de la poesía francesa, e imita a todo escritor francés conocido, desde Rimbaud a Reverdy, Cocteau y Cendrars. Fue en Francia donde fundó su escuela revolucionaria del “creacionismo”, declarando que “el primer deber de todo poeta es crear; el segundo, crear, y el tercero, crear”. Arturo Torres Rioseco.
- Si en las cosas de mi patria me fuera dado preferir un bien a todos los demás, un bien fundamental que de todos los del país fuera base y principio, y sin el que los demás bienes fueran falaces e inseguros, ése sería el bien que yo prefiriera; yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre. José Martí.
- Mi patria es dulce por fuera y muy amarga por dentro. Mi patria es dulce por fuera con su verde primavera. Con su verde primavera y un sol de hiel en el centro. ¡Qué cielo de azul callado mira impasible tu duelo! ¡Qué cielo de azul callado, ay, Cuba, el que Dios te ha dado! Bajo tu risa ligera, yo que te conozco tanto, miro la sangre y el llanto bajo tu risa ligera! Nicolás Guillén.
- Muy pocos periodistas sabían dónde estaba la colonia, sin dejar por esto de ocuparse de ella y de criticar su situación, haciendo una lastimosa confusión entre Valdivia y Llanquihue, y aún entre el significado de las palabras emigración, inmigración y colonización, que lastimosamente confundían, lo que me obligó a escribir la memoria que sobre estas tres voces dediqué a don Antonio Varas, en diciembre de 1854. Hubo remitidos que, haciendo al Gobierno cargos por las ingentes sumas que se malbarataban en un establecimiento como ése, exclamaban llenos de estúpida suficiencia: ¿cuál era el provecho que el país sacaba de la colonia? Al niño en mantillas le criticaban porque no podía aún pagar la leche con que se le amamantaba. ¿Para qué recordar los cargos que forjaban a una el capricho y la estúpida ignorancia, para llenar las no siempre bien intencionadas columnas de “El Mercurio” y de la “Revista Católica”? Vicente Pérez Rosales.
- En tiempos de Catalina la grande, por decreto imperial se empezó a sembrar la patata, anteriormente desconocida, en toda Rusia. Este decreto suscitó rebeliones campesinas en todo el país conocidas como “rebeliones de la patata”. Los campesinos rusos se comían las hojas de la patata y muchos perecieron.
- Un buey ve a los hombres. Tan delicados (más que un arbusto) y corren y corren de un lado para otro siempre olvidados de algo. Verdaderamente les falta no sé qué atributo esencial, ya se muestran nobles y a graves, a veces. Ah, espantosamente graves, hasta siniestros. Pobres, se diría que no escuchan ni los cantos del aire ni los secretos del heno, como tampoco parecen percibir lo que es común y visible a todos nosotros, en el espacio. Y se ponen tristes y por el rastro de la tristeza llegan a la crueldad. Toda su expresión reside en sus ojos y se pierde con un simple bajar de pestañas, a la sombra . No tienen nada en los pelos, en los extremos de inconcebible fragilidad, y que poca montaña hay en ellos, y qué sequedad y qué entrantes y qué imposibilidad de organizarse en formas calmas, permanentes y necesarias. Tienen, quizás, cierta gracia melancólica (un minuto) y con eso se hacen perdonar la agitación incómoda y el translúcido vacío interior que los vuelve pobres y necesitados de emitir sones absurdos y agónicos: deseo, amor, celos (¿qué sabemos nosotros?), sones que se despedazan y caen en el campo como piedras afligidas y queman la hierba y el agua, y difícil, después de esto, nos resulta rumiar nuestra verdad. Carlos Drumond de Andrade.
- ¿Qué le aconsejaría usted a un muchacho que recién se prepara para la carrera de pianista? —Trataría de desanimarlo. Le describiría las dificultades con que va a encontrarse para que no se haga ilusiones. Si después de esta etapa insiste en seguir y demuestra que la música es en él una verdadera necesidad, entonces quiere decir que tiene la vocación. Si, por el contrario, se desanima, sabremos que no nació con la disposición que creía. Claudio Arrau.
- Creo que una hoja de hierba no es menos que el camino recorrido por las estrellas, y que la hormiga es perfecta, y que también lo son el grano de arena y el huevo del zorzal, y que la rana es una obra maestra digna de las más altas, y que la zarzamora podría adornar los salones del cielo, y que la menor articulación de mi mano puede humillar a todas las máquinas, y que la vaca paciendo con la cabeza baja supera a todas las estatuas, y que un ratón es un milagro capaz de confundir a millones de incrédulos. Walt Whitman.
- Al poner un retrato de Walt Whitman en mi biblioteca, en Isla Negra, el carpintero me preguntó “¿Es su papá?”. Yo le respondí “Sí!”. Pablo Neruda.
- El retrato de Marx que nos dan sus prosélitos y sus enemigos se parece muy poco a él. Era Marx un hombre de formación humanística completa, acaso uno de los mejor versados helenistas del siglo XIX y conocedor de la literatura de todos los tiempos, no tenía otro fanatismo que el de la libertad; poseía un intelecto flexible y certero que le hubiera labrado una situación holgada y honorable en el mundo académico. En cambio prefirió la miseria, la fatiga del trabajo inmenso, el escarnio y la persecución porque en el fondo y en la última instancia de sus atributos intelectuales se erguían la furia del profeta, la voluntad del apóstol y la fe del ungido. Ezequiel Martínez Estrada.
- Hace años el escritor chileno Emilio Rodríguez Mendoza me dijo que para qué perdía el tiempo describiendo pobres, cuando en Chile había una clase alta y una clase media que estaban pidiendo un escritor. Le contesté que no podría ni querría cambiar lo que había sido y era, por lo que no era. Es muy fácil olvidar que existe la miseria y no quiero que me pase eso. La pobreza es para mí lo que
- Indiscutiblemente soy pueblo ardiendo, entraña de roto y de huaso, y la masa humana me duele, me arde, me ruge en la médula envejecida como montura de inquilino del Mataquito, por eso comprendo al proletariado no como pingajo de oportunidades bárbaras, sino como hijo y padre de esa gran fuerza concreta de todos los pueblos, que empuja la historia con sudor heroico y terrible, sacando del arcano universal la felicidad del hombre, sacando del andrajo espigas y panales. Pablo de Rokha.
- Consecuente. Dícese de la persona cuya conducta guarda correspondencia lógica con los principios que profesa. Diccionario de la Real Academia Española. [Olvidaron anotar que esas personas, fueron y siguen siendo escasas.]
- Nadie más íntegro que Edwards Bello. Nadie más insobornable. Escribe con una pasión casi mística sobre casi todo lo que existe en la tierra. No lo conozco personalmente, pero se me ocurre que no usa la máquina de escribir. Ese estilo suyo es de pluma directa. De otro modo no daría tanta sensación de frescura, de espontaneidad, de sencillez. El capítulo más amplio de la literatura chilena en los últimos cincuenta años será el suyo, incuestionablemente. En lo medular, es el mejor prosista chileno del medio siglo. Luis Sánchez Latorre, Filebo.
- Admirar y querer a un ser humano, vituperarlo y sufrirlo, compadecerlo en algunas ocasiones, reír de él en otras, y hasta odiarlo antes de perdonar sus faltas, todo ello junto hace la comprensión perfecta. Eduardo Barrios.
- Me gusta releer los libros. Desconfío de la gente que no relee. Y de los que leen muchos libros. Me parece una locura esta manía moderna, que sólo aumentará el número de los pedantes. Hay que leer bien y muchas veces unos cuantos libros. Robert Frost.
- Ningún artista de este género ha logrado la gloria con tantos fundamentos como Carlos Gardel. No faltan quienes duden de ello, pero he aquí, concretamente, algunos de esos fundamentos: su voz tan rica en los más variados y exactos matices; su personal capacidad de expresión, sin la cual cualquier voz se queda a medio camino; ser intérprete de unas realidades sociales verdaderas y no convencionales, tales como la frustración y la nostalgia de una gran masa de inmigrantes; el coraje de unos gauchos ya urbanizados y convertidos en matones o en compadritos, después que el tractor los desarraiga de la pampa; la pobreza proletaria de una ciudad que se juega los preliminares de su futura grandeza material, y los conflictos de la pareja humana en todos los tiempos a raíz de los celos, el desengaño y la traición. Otra razón de no menos peso la constituye el misterio que cubre las circunstancias de su nacimiento y de su muerte, dos puntos igualmente controvertidos hasta hoy y que sólo pueden abordarse con meras conjeturas. Edmundo Concha.
- Mucho tiene que contar el que tuvo que sufrir, y empezaré por pedir no duden de cuanto digo, pues debe crerse al testigo si no pagan por mentir. José Hernández, Martín Fierro.
- San Hilario, obispo de Poitiers, enemigo famoso de la herejía arriana, encontrándose en Siria tuvo noticia de que Abra, su única hija, a quien había dejado por acá en compañía de su madre, era solicitada para casarse por los más importantes del país, como joven muy bien educada, rica y en la flor de su edad. Su padre le escribió que desdeñara su afición a todos esos placeres y ventajas que le brindaban, porque él había encontrado en su viaje un partido más grande y digno: un marido de poderío y magnificencia bien distintos, el cual le obsequiaba con trajes y joyas de valor inestimable. Su designio era el de hacerle perder el apetito por los placeres mundanos para aproximarla a Dios, pero para ello le parecía que el camino más breve y seguro era la muerte de su hija; no cesó de pedirle a Dios que la quitara del mundo y la llamase a su seno, como aconteció en efecto, pues al poco tiempo de regresar al país murió Abra, con lo cual su padre recibió singular alegría. Enterada la mujer de san Hilario de que la muerte de su hija aconteció por designio y voluntad del padre e informada además de que la joven sería mucho más dichosa que si hubiera permanecido en este mundo, llegó a concebir tan viva la beatitud eterna y celeste, que solicitó de su marido con extrema insistencia el que hiciera lo mismo con ella. Oyendo Dios las oraciones de ambos, la atrajo a sí poco después, y fue una muerte aceptada con singular contento de una y otra. Miguel de Montaigne.
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- Si los médicos dejaran de llamar pacientes a los enfermos y pasaran a reconocerlos como parientes, estarían más cerca de curarles sus males. Gustavo Donoso.
- Sea Breve // Almorzando con el libro de buenos modales de Carreño sobre la mesa, he aprendido que uno no debe leer libros mientras almuerza. // No tiene gracia ser pobre pero honrado. Lo difícil es ser honrado pero rico. // Las rubias y las morenas se diferencian en que las rubias desean ser morenas y las morenas quieren ser rubias. // La oficina se ha hecho para reponerse de los excesos del veraneo. // La ley se supone conocida por todos, hasta por los abogados. // “Estimado señor, sentimos mucho no poder rechazar su solicitud. Se nos han traspapelado los formularios para rechazar solicitudes.” // Las mujeres no necesitan confesar su edad. Sus amigas lo hacen por ellas. // Un balance es perfecto cuando simula pérdidas si hay ganancias, y muestra ganancias si hay pérdidas. // Las lecturas instructivas son las que instruyen menos: dan al lector que no sabe nada la sensación de saberlo todo. // Cuando los salvajes se convierten, sólo comen misioneros católicos. // En el colegio casi todos los alumnos contaban con un profesor que les tenía pica. Yo no. Yo les tenía pica a los profesores. // Cuando alguien se casa por poder, es inevitable sospechar que aprendió a bailar por correspondencia. Juan Tejeda, Máximo Severo.
- Feliz el hombre que, en el momento apropiado, encuentra al amigo que le hace falta. Feliz también el hombre que en el momento apropiado encuentra al enemigo que le hace falta. T. S. Eliot.
- A la parte del producto que contribuye a la subsistencia del trabajador la llama Marx producto necesario; a la parte excedente que produce el trabajador la llama sobreproducto o plusvalía. El esclavo tenía que producir plusvalía, pues de otro modo el dueño de esclavos no los hubiera tenido. El siervo tenía que producir plusvalía, pues de otro modo la servidumbre no hubiera tenido utilidad alguna para la clase media hacendada. El obrero asalariado produce también plusvalía, sólo que en una escala mucho mayor, pues de otro modo el capitalista no tendría necesidad de comprar la fuerza de trabajo. La lucha de clases no es otra cosa que la lucha por la plusvalía. Quien posee la plusvalía es el dueño de la situación, posee la riqueza, posee el poder del Estado, tiene la llave de la iglesia, de los tribunales, de las ciencias y de las artes. León Trotsky.
- No conocí personalmente a José Carlos Mariátegui. Yo era estudiante del Colegio Nacional de San Juan cuando la revista Amauta hizo su entrada triunfal a los claustros. En Amauta aprendimos los nuevos valores del mundo. Ese era un panorama muy completo de todo lo que insurgía en artes, letras, ciencias, filosofía y política. Pero no había allí un mero trabajo de exposición ni un barato forcejeo propagandista. La revista aparecía tocada por la emoción superior de la fe; en toda ella se respiraba un clima de noble pasión. El espíritu del director marcaba su impronta. Una tía del poeta Carlos C. Godoy, miembro de nuestro grupo estudiantil, fue a Lima y visitó a Mariátegui. ¿Qué novedad trajo? La de que Mariátegui era un inválido. La noticia nos conmovió a fondo. Todo eso era tremendo y al mismo tiempo grandioso. He allí que el maestro, el que escribía tan hermosas páginas resplandecientes de luz moral y energía, armoniosas y aleccionantes, era un hombre magro y enfermo, cojo, obligado a movilizarse en una silla de ruedas. Entonces se nos evidenció en todo su magnífico valor la potencia espiritual de ese hombre que, venciendo la flaqueza de la carne y el fuego consumidor de la fiebre, había convertido una dolorosa silla de lisiado en tribuna de la fe. Ciro Alegría.
- El mundo moderno es una gran cloaca: los restoranes de lujo están atestados de cadáveres digestivos y de pájaros que vuelan peligrosamente a escasa altura. Eso no es todo. Los hospitales están llenos de impostores, sin mencionar a los herederos del espíritu que establecen sus colonias en el ano de los recién operados. Los industriales modernos sufren a veces el efecto de la atmósfera envenenada, junto a las máquinas de tejer suelen caer enfermos del espantoso mal del sueño que los transforma a la larga en una especie de ángeles. Niegan la existencia del mundo físico y se vanaglorian de ser unos pobres hijos del sepulcro. Sin embargo el mundo ha sido siempre así. La verdad, como la belleza, no se crea ni se pierde, y la poesía reside en las cosas o es simplemente un espejismo del espíritu. Reconozco que un terremoto bien concebido puede acabar en algunos segundos con una ciudad rica en tradiciones. Y que un minucioso bombardeo aéreo derribe árboles, caballos, tronos, música. Pero qué importa todo esto mientras la bailarina más grande del mundo muere pobre y abandonada en una pequeña aldea de Francia, la primavera devuelve al hombre una parte de las flores desaparecidas. Nicanor Parra.
- Antes de la palabra fue la imagen, y los primeros esfuerzos registrados del hombre son esfuerzos pictóricos, imágenes raspadas, picadas o pintadas en la superficie de las rocas o de las cavernas. Nuestro conocimiento de la existencia de este arte primigenio es relativamente reciente, y este descubrimiento fue tan desconcertante que por algunos años los enterados dudaron de su autenticidad. Aun ahora la significación de este arte para la antropología, para la estética y, añadiría yo, para la filosofía no ha sido suficiente. Herbert Read.
- Los hombres se ponen de acuerdo más fácilmente sobre la belleza de una mujer que sobre la belleza de un cuadro porque casi todos han estado enamorados y no todos han sido amateurs del arte. André Malraux.
- Las tierras fértiles, concentradas desde
- Señalaba Albert Camus: “Uno no puede ponerse del lado de quienes hacen la historia sino al servicio de los que la padecen”. El escritor debe ser un testigo insobornable de su tiempo, con coraje para decir la verdad, y levantarse contra todo oficialismo que, enceguecido por sus intereses, pierde de vista la sacralidad de la persona humana. Debe prepararse para asumir lo que etimología de la palabra testigo le advierte: para el martirologio. Es arduo el camino que le espera: los poderosos lo calificarán de comunista por reclamar justicia para los desvalidos y los hambrientos; los comunistas lo tildarán de reaccionario por exigir libertad y respeto por la persona, En esta tremenda dualidad vivirá desgarrado y lastimado, pero deberá sostenerse con uñas y dientes. De no ser así, la historia de los tiempos venideros tendrá toda la razón de acusarlo por haber traicionado lo más preciado de la condición humana. Ernesto Sábato.
- Sucede con la ironía lo que con la navaja de afeitar. Hay que verla en manos de un inexperto para apreciar debidamente sus terribles consecuencias. Jenaro Prieto.
- Jenaro Prieto aparecía como una paradoja viviente. No he conocido otro individuo que tuviera más dificultad para redactar y se demoraba tardes enteras en preparar uno de sus regocijados comentarios a la actualidad o una de sus crónicas dedicadas a ridiculizar a los tontilandeses. Permanecía largo rato silencioso mientras fumaba su pipa y perdía la mirada en el vacío. De pronto soltaba el hilo retozón de su ingenio, de su causticidad, de su crueldad, de su sentido del ridículo, que también aplicaba a su propia obra. Ricardo A. Latcham.
- Las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez alegrías y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido. Concilio Vaticano II.
- El pacifismo está perdido y se convierte en nula beatería si no tiene presente que la guerra es una genial y formidable técnica de vida y para la vida. Como toda forma histórica tiene la guerra dos aspectos: el de la hora de su invención y el de la hora de su superación. En la hora de su invención significó un progreso incalculable. Hoy, cuando se aspira a superarla, vemos de ella sola la sucia espalda, su horror, su tosquedad, su insuficiencia. Del mismo modo solemos, sin más reflexión, maldecir de la esclavitud, no advirtiendo el maravilloso adelanto que representó cuando fue inventada. Porque antes lo que se hacía era matar a todos los vencidos. Fue un genio bienhechor de la humanidad el primero que ideó, en vez de matar a los prisioneros, conservarles la vida y aprovechar su labor. Augusto Comte que tenía un gran sentido humano, es decir, histórico, vio ya de ese modo la institución de la esclavitud —liberándose de las tonterías que sobre ella dice Rousseau—, y a nosotros nos corresponde generalizar su advertencia, aprendiendo a mirar todas las cosas humanas bajo esa doble perspectiva, a saber, el aspecto que tienen al llegar y el aspecto que tienen al irse. Por desconocer todo esto, que es elemental, el pacifismo se ha hecho su tarea demasiado fácil. Pensó que para eliminar la guerra bastaba con no hacerla o, a lo sumo, con trabajar en que no se hiciese. Como veía en ella sólo una excrecencia superflua y morbosa aparecida en el trato humano, creyó que bastaba con extirparla y que no era necesario sustituirla. Pero el enorme esfuerzo que es la guerra sólo puede evitarse si se entiende por paz un esfuerzo todavía mayor, un sistema de esfuerzos complicadísimo y que, en parte, requieren la venturosa intervención del genio. Lo otro es un puro error. Lo otro es interpretar la paz como el simple hueco que la guerra dejaría si desapareciese; por tanto, ignorar que si la guerra es una cosa que se hace, que hay que fabricar, poniendo a la faena las potencias humanas. La paz no está ahí, sencillamente, presta sin más para que el hombre la goce. La paz no es fruto espontáneo de ningún árbol. Nada importante es regalado al hombre; antes bien, tiene él que hacérselo, que construirlo. José Ortega y Gasset.
- El amor de la mujer que siempre es en su fondo compasivo, es maternal. La mujer se rinde al amante porque le siente sufrir con el deseo. Isabel compadeció a Lorenzo, Julieta a Romeo, Francesca a Paolo. La mujer parece decir “Ven pobrecito, y no sufras más por mi causa!” Y por eso es su amor más amoroso y más puro que el del hombre, y más valiente y más largo. Miguel de Unamuno.
- El arte obliga al artista a no aislarse; lo somete a la verdad más humilde y universal. De manera que quien eligió su destino de artista porque se sentía diferente, bien pronto se da cuenta de que no nutrirá su arte y su diferencia, sino confesando su semejanza con todos. Albert Camus.
- La sangre del hombre está no sólo hecha para mover su corazón, sino para llenar los ríos de
- Anclao en París. Al que extraño es al viejo león del zoo; siempre tomábamos café en el Bois de Boulogne; me contaba de sus aventuras en Rodesia del sur. Pero mentía, era evidente que nunca se había movido del Sahara. De todos modos me encantaba su elegancia, su manera de encogerse de hombros ante las pequeñeces de la vida. Los dos o tres cazadores ingleses que se había comido le provocaban malos recuerdos y aun melancolía, “las cosas que uno hace para vivir” reflexionaba mirándose la melena en el espejo del café. Nos despedíamos a la orilla del crepúsculo. Él regresaba a son bureau como decía, no sin antes advertirme con una pata en mi hombro “ten cuidado hijo mío, con el París nocturno”. Sus ojos se llenaban a veces de desierto, pero sabía callar como un hermano cuando emocionado yo le hablaba de Carlitos Gardel. Lo extraño mucho verdaderamente. Juan Gelman.
- Es raro que los hombres vivan dirigidos por la razón; están dispuestos de tal modo que son envidiosos en su mayor parte y motivo de pena unos para otros. No pueden, sin embargo, pasar la vida en la soledad; casi todos oyen con agrado la definición que dice del hombre que es un animal sociable, y, en efecto, las cosas están arregladas de tal suerte que de la sociedad común de los hombres nacen más ventajas que perjuicios. Búrlense pues los satíricos de las cosas humanas, detéstenlas los teólogos, alaben los melancólicos en cuanto les sea posible una vida inculta y agreste, desprecien a los hombres y admiren a las bestias; los hombres seguirán experimentando que pueden procurarse mucho más fácilmente por medio de un mutuo socorro, lo que necesitan, y que no pueden evitar los peligros que les amenazan por todas partes más que uniendo fuerzas. Baruch Spinoza.
- Entre las cosas hay una de la que no se arrepiente nadie en la tierra. Esa cosa es haber sido valiente. Jorge Luis Borges.
- Cuando se me empieza a formar un pliegue amargo en los labios y mi alma se convierte en un escarchado y goteante noviembre, cuando me sorprendo absorto frente al escaparate de una tienda de pompas fúnebres o siguiendo los entierros que encuentro al paso, y sobre todo cuando el tedio se apodera de mí hasta el extremo que me veo obligado a hacer esfuerzos sobrehumanos para no bajar a la calle y emprenderla con los sombreros de los transeúntes, me doy cuenta que ha llegado la hora de hacerme a la mar lo antes posible. Con grandes aspavientos el filósofo Catón se arrojó sobre una espada, yo, sencillamente, me embarco. Todo hombre, en algún periodo de su vida, ha tenido la misma sed de Océano que yo. Herman Melville.
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